jueves, 31 de mayo de 2012

La niña del siglo XX



A comienzos del presente siglo, la esperanza de la sociedad en el ser humano había sido alentada por lo últimos acontecimientos del siglo XX. La Guerra Fría había terminado y el mundo corría esperando la nueva era con ilusiones renovadas. Con los atentados de septiembre de 2001 en Nueva York tomamos conciencia que el siglo XXI no iba a ser como pensábamos, quizá por intuir un desagradable y nuevo orden mundial.

Los deseos de progreso son siempre inherentes a la naturaleza humana. Cuando abandonamos un año en el que no nos ha ido como pensábamos desprendemos un pesimismo difícil de disimular, sin embargo, cuando comenzamos el siguiente, nos arrolla el positivismo y, sin remedio, intentamos cumplir las premisas universales de que “todo tiempo pasado fue peor” y de que “todo puede ir a mejor”.

Al igual que nosotros, la sociedad decimonónica vivió el tránsito al siglo XX con verdaderas expectativas de cambio. El pesimismo de la época, alentado por la reciente pérdida de las colonias americanas consideradas el último bastión del descalabrado honor del imperio español, se impone sin remedio en la población generando un profundo malestar que aunado con los grandes males endémicos del país anhela un siglo XX que olvide lo más rápido posible el desgraciado pasado inmediato.

Valladolid pretende entonces dotar de un carácter festivo el comienzo del siglo. Es una de las primeras Nocheviejas con actos solemnes, se decoran los edificios públicos y se propone a los ciudadanos que hagan lo mismo con sus casas. La caridad también se impone y el 1 de enero de 1901, el Ayuntamiento de Valladolid ofrece una comida a los necesitados, es decir, a los pobres del Asilo y a los de San Vicente de Paúl.

En la línea de conmemorar la entrada al siglo del progreso, el Ayuntamiento de Valladolid decide apadrinar al primer recién nacido vallisoletano. Poco tiene que esperar, solo quince minutos pasados de las doce del primero de año. En la calle Mantería ha nacido Margarita Manuela Carbajosa Cubero.
“La niña del siglo” como se acuñó en la prensa, tenía un padre jornalero que permanecía parado debido al invierno. El Ayuntamiento dotó con 250 pesetas a la familia y ofreció al padre un puesto en la plantilla municipal. También se ofreció a cargar con los gastos de la pequeña durante al menos, diez años. Manutención, vestido y educación en el colegio de las dominicas francesas de la calle Santiago correrían a cargo del erario público.

El expediente que guarda el Archivo Municipal acerca de este nacimiento contiene un ripio que cuenta cómo se solemnizó el nacimiento de “la niña del siglo”. Es muy interesante porque, además de las autoridades, grupos de músicos amenizaron la marcha.

Expediente relativo al nacimiento de la niña Margarita Manuela Carbajosa Cubero, nacida a las doce y quince minutos del día 1 de enero de 1900. Fragmento. AMVA. Informes Secretaría. Caja 739 - 25.
Fuentes:
ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLADOLID: Mi ciudad en los documentos. Valladolid siglo XX. Ayuntamiento de Valladolid, 2011.
AMVA: C. 739 - 25

martes, 15 de mayo de 2012

Leopoldo Cano, el rostro de un poeta

Caminando por uno de los paseos principales de los históricos jardines del Campo Grande nos topamos con un busto caricaturesco sobre un pedestal en un pequeño parterre. El representado no es otro que el insigne poeta vallisoletano Leopoldo Cano y Masas, escritor vinculado al realismo social fallecido en 1934.

Busto de Leopoldo Cano. Detalle. Colección particular.
Valladolid desea honrar la memoria de uno de sus exponentes culturales y convoca un concurso público para erigir un monumento al escritor. Emiliano Barral es el encargado de ejecutar la obra y diseña un conjunto escultórico alegórico vinculado a la obra del autor. Por desgracia, Emiliano Barral se topó con la oposición del público que no supo ver su genio y el Ayuntamiento retiró su obra en 1935.

Tras este éxito frustrado del Consistorio, se convoca un nuevo concurso al que solo concurren artistas vallisoletanos. Para asegurarse y no caer en el mismo error, se descarta la alegoría y se busca erigir un busto realista, acorde con la tradición decimonónica presente todavía en la sociedad provinciana de la época. 

Juan José Moreno, más conocido como “Cheché” es el responsable de levantar el nuevo monumento a la memoria de Leopoldo Cano. Con un presupuesto más bien bajo – unas 2.500 pesetas –,  este dibujante e ilustrador de diarios escolares ejecuta su primera obra escultórica.

Mediante la caricatura, campo por el que se mueve su profesión, diseña una cabeza a la manera de los chistes gráficos de la prensa de los años treinta. Los materiales son los habituales en la tradición escultórica, el cobre galvánico para el busto y la piedra caliza para el pedestal. En marzo de 1936, se ubica en la Plaza de la Libertad aunque pronto es trasladado al Paseo del Príncipe del Campo Grande.

“Cheché” presenta al Ayuntamiento el 1 de noviembre de 1935 el proyecto para levantar el monumento a la memoria de Leopoldo Cano. Según las palabras del primerizo escultor, unos breves apuntes a carboncillo ofrecen  “una ligera idea de cómo pueda ser el efecto de busto-retrato del eximio poeta”. 


BOCETOS, por JUAN JOSÉ MORENO "Cheché" 
(firma en ángulo inferior derecho)



El gusto del artista por la caricatura se advierte en la nariz ganchuda, el bigote prominente y el interés por mostrar las profundas arrugas del rostro en la búsqueda del retrato psicológico. A pesar de ello, "Cheché" asegura que la representación de don Leopoldo es fidedigna porque asegura estar “al habla con don Alfonso Cano, hijo del gran poeta”.


Entre los artistas vallisoletanos que concurrieron al concurso y tuvieron la mala suerte de ser rechazados, se encuentran escultores que años después ganarían cierto nombre como Angel Trapote Mateo, profesor durante décadas de la Academia de Artes y Oficios de La Coruña y miembro además de la Real Academia de Nuestra Señora del Rosario, su hermano Crispín o Antonio Vaquero Agudo, que tras una dilatada carrera, llegó a dirigir la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos y consiguió ser miembro de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid.
 
Fuentes:
CANO DE GARDOQUI GARCÍA, José Luis. “Escultura pública en la ciudad de Valladolid”, Ayuntamiento de Valladolid, 2000
AMVA: C. 379 – 23
Fotografía.  Colección particular

jueves, 3 de mayo de 2012

Pases centenarios

Unos tickets conservados no en muy buenas condiciones son los protagonistas de esta breve entrada. Procedentes de mi colección personal de “cosas viejas” que inicié siendo adolescente y que continúo, he considerado sacar a la luz unos fajos de entradas no vendidas que conservo y que dada la temática de estas líneas he decidido reproducir por su antigüedad.

Con la friolera de más de un siglo, las entradas aquí mostradas pertenecen al Teatro Zorrilla y fueron adquiridas por mí gracias a una donación particular hace más o menos quince años.

Las entradas corresponden a un periodo muy concreto, los últimos años de la primera década del siglo XX. Esta es la época de las comedias populares en todas sus modalidades y del drama burgués arrastrado del XIX. El cinematógrafo se impone también en esta década en las principales ciudades españolas.

Entrada de Cine. Cinematógrafo Imperial - Teatro Zorrilla.

Imágenes. Colección particular.