martes, 24 de abril de 2012

CIPCV, una ONCE primitiva

Vista parcial con peatones y autobús al fondo. Calle López Gomez. Edificios desaparecidos: Escuela Municipal y sede de los ciegos. Década de 1970. AMVA: Asociación de Prensa. F 00695 - 016




El Centro Instructivo y Protector de Ciegos Vallisoletanos fue una institución sostenida por el Ayuntamiento que surgió en los treinta al amparo de la II República. La nueva Ley de Asociaciones abrió el camino para la formación de entidades benéficas. Hasta entonces, tanto en el primer tercio del siglo XX como en las últimas décadas del siglo XIX, invidentes y sordos habían dependido casi exclusivamente de personas filantrópicas y de órdenes religiosas de caridad. Con las iniciativas populares republicanas la situación cambia y nacen organizaciones de carácter asociativo dependientes de los ayuntamientos locales.

En el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza del 31 de octubre de 1934, A.M. Milhau afirma que en España existen alrededor de 30.000 ciegos. Aunque la mayor parte reside en Madrid y Barcelona, en muchas poblaciones se les da educación, protección y cobijo a través de entidades privadas y públicas. Valladolid inicia su propuesta municipal con el Centro Instructivo y Protector de Ciegos Vallisoletanos como hacen también las ciudades de Alicante, Oviedo, Palma, Coruña, Vigo o Sevilla. Estos lugares con sus respectivas instituciones años después, se agrupan bajo una única organización llamada ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles) que da uniformidad estatutaria y legal en 1938, en plena Guerra Civil y desde el Gobierno Provisional de Burgos, capital entonces del Bando Nacional.

Una de las señas de identidad que supone el compromiso con los discapacitados de la ONCE es la existencia del cupón pro-ciegos. Antes de su formación como organización, se suceden rifas benéficas en un plano local para apoyar la autonomía y la mejora de condiciones de los invidentes en poblaciones como Alicante en 1903, Murcia (1919), Cartagena (1918), Almería (1921), Alcoy (1926), Madrid, Valencia y Zaragoza (1933) y Cádiz, Córdoba, Sevilla, Barcelona y Valladolid en 1934.

El Centro Instructivo y Protector de Ciegos Vallisoletanos tiene su origen en el año 1934 aunque en la década anterior existió también un colegio para sordomudos y ciegos. Tras su constitución como asociación, el nuevo centro recibe la visita de don Juan Antonio Quintana, alcalde de Valladolid, que brinda al proyecto su ayuda y protección. 

El presidente de la asociación, sabiendo del apoyo del alcalde a este grupo, remite un texto al Ayuntamiento solicitando un cambio de instalaciones a un emplazamiento público porque el lugar actual en la calle Duque de Lerma 1 resulta totalmente inadecuado para las funciones de la asociación. En palabras de su presidente, el Centro Instructivo y Protector de Ciegos Vallisoletanos  se inicia por unos cuantos privados de vista que se han dado cuenta de la situación lamentable de gran parte de sus compañeros de infortunio, que tiene como fines fundamentales la educación, instrucción y mejora social de sus asociados, mediante la implantación de actividades asequibles a los ciegos, que les permitan emanciparse de la oprobiosa mendicidad.

Tras tratar el asunto en sesión ordinaria, el Ayuntamiento solicita que la asociación adjunte los detalles necesarios para conseguir los locales destinados a estos fines. El Centro Instructivo y Protector de Ciegos Vallisoletanos como asegura en comunicación del 7 de agosto, cuenta con cincuenta socios activos y elabora la relación solicitada para lograr la cultura y mejora social de los ciegos de esta ciudad. Los locales son los siguientes:

Uno para Secretaría
Uno para administración del cupón pro-ciegos
Uno para biblioteca-archivo
Uno para sala de lectura
Uno para clase de lectura
Uno para clase de música
Uno para enseñanza general
Uno para recreo y reuniones generales,
Además, si es posible, vivienda para el conserje.

Al informe de la asociación, don Juan Antonio Quintana no ve impedimentos para cambiar la ubicación a otro lugar más adecuado y ordena, en un breve apunte a lápiz, que se disponga de las habitaciones utilizadas por las monjas.

Casi inmediatamente, la sede del Centro Instructivo y Protector de Ciegos Vallisoletanos pasó al número 23 de la calle Núñez de Arce, esquina con la calle López Gómez, lugar que ocupó el antiguo local de la Cruz Roja y la antigua sede del viejo Ayuntamiento(1).

Gracias a los expedientes de fechas posteriores relacionados con la nueva ubicación hemos trazado la vida útil en Núñez de Arce hasta los años setenta y hemos conocido la existencia de un permiso de obras otorgado a Pablo Lago para acometer reformas en 1936. Durante el régimen franquista el Centro Instructivo y Protector de Ciegos Vallisoletanos cambió de denominación tomando el sencillo nombre de Asociación de Ciegos.


Notas:
(1) La numeración de las calles citadas no responde a la numeración actual. Los cambios urbanísticos así como el lógico derribo y construcción de viviendas han provocado que los datos referidos no se ajusten con la numeración real de la calle.

Fuentes:
MILHAU, A.M., (31/10/1934), Impresión sobre la situación de los ciegos en España (I), Boletín de la Institución Libre de Enseñanza
VENTAJAS DOTE, Fernando y POZO FERNÁNDEZ, María del Campo, (2009). Contribución a la Historia de la Educación Especial en Málaga (II): la atención a las personas ciegas en la década de 1930. El largo camino hacia una educación inclusiva: la educación especial y social del siglo XIX a nuestros días : XV Coloquio de Historia de la Educación, Pamplona-Iruñea, 29, 30 de junio y 1 de julio de 2009
AMVA: CH 325 - 19
AMVA: C. 50818 – 102

Fotografías
AMVA:Vista parcial con peatones y autobús al fondo. Edificios desaparecidos: Escuela Municipal y sede de los ciegos. Década de 1970. Asociación de Prensa. F 00695 - 016



lunes, 9 de abril de 2012

El último viaje de José Zorrilla (II)


En la entrada anterior se hizo referencia al traslado de los restos de José Zorrilla desde Madrid a Valladolid en mayo de 1896. En aquellas fechas, las muestras de júbilo por la presencia de la comitiva fúnebre en suelo vallisoletano tomaron múltiples formas y se sucedieron, como se ha recogido en los fragmentos de las crónicas reproducidas en el blog, por todo el recorrido. Desde el Campo Grande hasta el Cementerio del Carmen, lugar donde descansaría para siempre el ilustre escritor, las flores, los aplausos y varias bandas de música amenizaron  el desfile fúnebre.

Los diferentes corresponsales de la época que se hacen eco de lo que ocurre en Valladolid en estos días nos hablan de piquetes musicales a la llegada del féretro a la Estación del Norte como recibimiento a las autoridades venidas de la capital, también describen cómo las marchas son ejecutadas con maestría por las bandas de música militares y nos cuentan cómo de elocuentes son los discursos fúnebres declamados por las más altas personalidades que forman el amplio abanico cultural de Valladolid.

El tres de mayo de 1896, Valladolid es sometida a una maravillosa explosión popular. Las clases sociales, demasiado diferenciadas en una sociedad de provincias de últimos del siglo XIX, se entremezclan diluyendo diferencias para honrar los restos del poeta. Las bandas y regimientos acompañan la abultada comitiva fúnebre e interpretan, siempre con maestría según las crónicas, diferentes marchas militares e himnos alternados con efusivos ripios espontáneos.

Aunque los funerales de don José Zorrilla en su ciudad natal son cubiertos por los diarios de distantes puntos geográficos, los enviados a cubrir el acontecimiento no consideran mencionar en sus artículos los títulos de las piezas musicales que sonaron aquel día. Al igual que la arquitectura floral y las guirnaldas que engalanan las calles, la música se pierde en los recuerdos de los asistentes, desconociendo así el nutrido programa que sabemos que se interpretó por las calles de Valladolid.

Afortunadamente el Archivo Municipal de la ciudad conserva una pieza musical interpretada en el traslado del féretro al histórico cementerio del Carmen el 3 de mayo de 1896. Se trata del Himno a Zorrilla cuyo contenido es hoy inédito y desde estas líneas hago público.

Partitura. Hoja inicial. Himno a Zorrilla de José Aparicio.
AMVA. C. 72 - 6

Según reza por parte de sus autores, el Himno a Zorrilla está “escrito expresamente para ejecutarle en el acto de la traslación de los restos de tan eminente poeta y dedicado por sus autores al Excmo. Ayuntamiento de Valladolid”.

La composición se debe al fruto de una colaboración entre un escritor y un músico. Es un himno por lo que atiende a criterios no solo musicales sino también literarios. Así, nos encontramos al periodista de El Norte de Castilla Darío Velao escribiendo la letra y al músico José Aparicio orquestando los versos.

Sin crítica alguna hacia la pieza, el Himno a Zorrilla no es otra cosa que una marcha de carácter festivo lastrada, desde la perspectiva actual, con un lenguaje ampuloso característico de los últimos años del siglo XIX. Adivinamos un interés desmesurado por las grandes gestas y un gusto increíble por las referencias mitológicas, notas propias y habituales en los panegíricos de la época.

Himno a Zorrilla dedicado al Exmo. Ayuntamiento de Valladolid. 
Letra de Darío Velao

El pueblo con laureles ciñó tu augusta frente,
jamás en tus dominios se puso el claro sol,
que fue tu patria el mundo, tú el astro refulgente,
tus mágicos cantares de dichas arrebol.

Mas hoy que huiste, buscando el cielo,
mueren las flores en el pensil,
y no hay colores en la enramada
ni hay poesía rica y gentil.
--
Al eco de tu lira los gnomos evocados
dejaron las mansiones del árabe Almanzor,
los lides y los Reyes de gloria coronados
contaron sus hazañas, narrando su valor.

Y hoy que abandonas el vano mundo
tristes los gnomos llorando van,
y allá en las ramas de los rosales
sepulcro al vate, tejiendo están.
--
Como hoja que se pierde, cual lirio que se inclina
el vate ante la muerte sus láuros abatió,
y en las alas de otros genios la musa peregrina
por célicas mansiones la tierra abandonó.

Y, allá, bogando tras de las nubes
pulsa su lira, cabe el edén
y el eco armónico de sus cantares
sobre los astros reina también.
--
No está su tumba en tierra, ni en tierra está su aliento,
ni alumbra su sepulcro la antorcha funeral,
ni tiene una corona bastante a su talento
ni historia que le copie tan grande y tan genial.

Ya está en el cielo, donde sus trovas
de los querubes envidia son
y las rosadas albas de mayo
perfumes hallan en su canción.
--
Su aliento son las brisas, las flores son su fosa,
la antorcha de su trono se suple con el sol,
corona es de su tumba la aurora más hermosa
¡su historia!... ¡no hace falta! ... Zorrilla fue español.

¡Bendita seas patria querida
que en él te fundes, pensando en él;
bendita siempre, que así le adoras
su fosa orlando de oro y laurel!

Fuentes.
AMVA. C. 72 - 6