domingo, 11 de marzo de 2012

Aprovechando que el Pisuerga pasa por... La Constitución de 1812

19 de marzo, día de San José,

Las Cortes de Cádiz, ahogadas por las tropas francesas en pleno conflicto, deciden proclamar en fecha tan señalada la primera constitución española. Liberales y absolutistas aúnan sus dialécticas con el deseo ferviente de modernizar el país.

Popularmente conocida como “la Pepa”, la Constitución de 1812 sienta las bases del cambio. Mantiene numerosas reminiscencias del Antiguo Régimen pero, a pesar de ello, compite en igualdad de condiciones con otros textos constitucionales. Sus pretensiones y planteamientos revolucionarios la sitúan en occidente en un puesto preferente a la altura de modelos como el de Estados Unidos de 1787 o de Francia, cuatro años después.

La influencia de Cádiz se deja ver en varios modelos europeos pero principalmente en los territorios americanos. A lo largo del siglo XIX, los procesos de emancipación respecto a la metrópoli se van sucediendo con carácter progresivo, nacen nuevos países que adoptan, en menor o mayor medida, los preceptos gaditanos.

La Constitución Política de la Monarquía Española Promulgada en Cádiz el 19 de Marzo de 1812 cumple el segundo centenario. En el primero, se procuró involucrar al máximo de poblaciones españolas mediante la Comisión del Centenario de 1812 del Sitio de Cádiz, una institución creada con el doble propósito de perpetuar en el tiempo los valores que sentaron las bases del Estado a pesar de los múltiples avatares políticos del siglo XIX y de gestionar las ayudas de todo el territorio para organizar los fastos del aniversario.

Para colaborar con tan noble empresa, el Ayuntamiento de Valladolid recibe una petición exaltadamente patriótica donde se insiste en la necesaria colaboración de todos para inmortalizar el Código de nuestras modernas libertades. Como previsión para que esté todo listo al llegar la efeméride señalada, la fecha del documento corresponde al 26 de febrero de 1910.
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AL EXCMO. AYUNTAMIENTO DE VALLADOLID EXCMO. SR.

En la generosa y memorable épica lucha que durante un sexenio sostuvo nuestra nación contra las ambiciones del Coloso del siglo XIX, aparte de innumerables rasgos de heroísmo local y regional, se destaca como privativo del patrio esfuerzo, el sitio del último baluarte de la hispana defensa, en cuyo recinto se echaron los cimientos de nuestra reconstitución jurídica y se proclamó el Código de nuestras modernas libertades. Un siglo va a cumplirse de efeméride tan digna de remembranza eterna. Ciudades y pueblos han ido en esta primer centuria, coronas de laurel a sus héroes y monumentos conmemorativos a sus mártires; la nación entera se ha asociado a tan dignas muestras de tan patriótico sentir.

Mas el glorioso primer centenario que Cádiz pretende celebrar, no es el de una ciudad ni el de un pueblo, ni el de una región; es el de la nación entera, congregada dentro de sus muros, evocada para dar una suprema organización a su defensa, sabias leyes a su derecho de existencia y mantener las internacionales relaciones con los demás pueblos.

En este conjuro que en la isla gaditana hizo el primer Concejo de Regencia, después de disuelta la Suprema Junta Central Gubernativa del reino, a raíz del luctuoso desastre de Ocaña, respondió España entera.
Sabios eclesiásticos, juristas glorias del foro, altas dignidades de la milicia, ilustres escritores todo cuanto significaba y valía, aquí encontró el recinto sagrado desde donde se dictaron leyes, se acopiaron recursos y  se pudo hacer posible el dorado sueño de abatir para siempre las imperiales águilas.

Al Centenario de este grandioso hecho histórico nacional, debe también responder la nación entera.
Creada una Junta magna encargada de perpetuar los más salientes rasgos del sitio de erigir el MONUMENTO DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812 y de crear el MUSEO ICONOGRÁFICO E HISTÓRICO de los sabios legisladores y caudillos de tan glorioso periodo, la cooperación económica para el logro de estas ideas, empresa es que ha de encontrar de seguro, fecunda coadyuvación en todo español digno y patriota.

Conociendo los altos móviles que inspiran los actos de esa Corporación la invitamos para que se digne cooperar a nuestra labor en la medida que su estado financiero pueda consentir.

Cádiz 26 de Febrero de 1910

El Presidente de la Cº. Magna          El Presidente de la Cº. Económica
El Secretario de la Cº. Magna           El Secretario de la Cº. Económica
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La invasión francesa. El retorno del absolutismo. La pérdida de las colonias americanas. Las guerras carlistas. Amadeo I de Saboya. La Primera República. La Restauración. La Generación del 98. El desgarro de España. El movimiento obrero. La otra opción: republicanos, comunistas, anarquistas, socialistas. 

El listado de conceptos citado responde a varios de los acontecimientos y problemas acaecidos a lo largo del siglo XIX. Sólo dentro de este contexto podemos entender el hondo sentimiento patriótico que inunda la solicitud.

¿Cómo responde el Ayuntamiento de Valladolid?

La Comisión de Gobierno analiza el contenido de la comunicación. Los que la conforman, alcanzan pronto un acuerdo con “la idea de conmemorar un grandioso hecho de nuestra historia patria con motivo de su centenario” porque “entiende que la Corporación municipal debe asociarse a este patriótico pensamiento en la medida que consienta el presupuesto vigente”.

Tras el enarbolado sentir patrio de los asistentes, el asunto es trasladado inmediatamente a la Comisión de Presupuestos asegurando que "al formar el [presupuesto] que ha de regir en dicho año, consigne en él, el crédito que considere oportuno a los fines que se indican en la presente comunicación de la Comisión del Centenario de la Constitución de 1812”.

El Monumento a la Constitución de 1812, situado en la Plaza de España en Cádiz (1912)
Arquitecto: Modesto López Otero
Escultor: Aniceto Marinas






Este año se cumple el bicentenario de la popular “Pepa”. Su importancia como texto constitucional es esencial porque, sin la existencia de esta Carta pionera en valores que hoy consideramos fundamentales en una sociedad avanzada, la historia de España habría tomado derroteros distintos. El año de 1812 supone un cambio radical de mentalidad. El pueblo empieza a ser responsable, comienza a forjar su propio destino, elige a sus representantes y por vez primera, el rey es limitado en sus funciones. El pueblo adquiere la condición de soberano.

La Constitución de Cádiz desapareció pronto y las aspiraciones ilusionantes de 1812 acabaron siendo cercenadas por el mismísimo Fernando VII, tras su regreso del cautiverio francés. Como rey constitucional, su primera medida fue derogar lo acordado en las Cortes de Cádiz durante la guerra. Apoyado por algunos diputados absolutistas y ciertos sectores del ejército, el monarca restauró el absolutismo más radical traicionando así el espíritu de “la Pepa”.

La Constitución gaditana no es perfecta, mantiene en su estructura demasiados elementos arcaicos que la entroncan directamente con el régimen absolutista. Sin embargo, hay que romper una lanza a favor de conceptos muy novedosos que aparecen reflejados en el texto constitucional. La igualdad entre ciudadanos, la creación de un mercado interno exento de fronteras, el sufragio universal – siempre planteado desde un punto de vista masculino hasta 1933 con la incorporación de la mujer – y la supresión de exenciones y privilegios en beneficio de los derechos individuales y colectivos, son deseos que tanto la sociedad española como latinoamericana han luchado por materializarlos durante los siglos siguientes.


Fuentes:
AMVA: C. 432 - 17 
Fotografías. Uso público

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